Temperatura ideal, beneficios, falsos mitos… Cuatro curiosidades del café que quizás no conocías
Para degustar el café perfecto entra en juego un elemento muy importante: la temperatura. Por un lado, la OMS dicta que la temperatura perfecta para tomar una bebida caliente sin perjudicar nuestro aparato digestivo, es de entre 58ºC y 55ºC. Por otro lado, para los baristas expertos, si el café se toma a una temperatura elevada por encima de los 80ºC, se pierden las tonalidades y aromas del mismo. Además, las semillas de café potencian su sabor y componentes si se encuentran en frío, sensación que aumenta si una vez preparado el café es refrigerado, puesto que el sabor se potencia junto con la sensación refrescante.
Decirle adiós a los dolores de cabeza es posible tomando café. Este efecto se debe a la cafeína, la cual está presente en numerosos medicamentos dirigidos a aliviar dolores de cabeza, y es que reduce la inflamación y el dolor con rapidez. Otra gran propiedad del café es su poder antioxidante, debido a la presencia de unos compuestos denominados polifenoles: se encargan de proteger al organismo del envejecimiento celular prematuro y de prevenir los daños producidos por los radicales libres.
Lejos de los suplementos proteicos se encuentra el café como uno de los complementos más efectivos a la hora de aumentar el rendimiento mientras se practica deporte. La cafeína actúa en las tres fases de la actividad física: antes del entrenamiento, aumentando los niveles de adrenalina y motivación; durante, favoreciendo la contracción muscular y aliviando el cansancio; y después, funcionando como activo para la recuperación muscular.
La tradición de unir café con leche tiene sus orígenes en la ciudad de Viena, en pleno siglo XVII, y hoy en día es una de las combinaciones más famosas. El café y la leche casan muy bien, y se debe a que de esta manera se le añade un extra de calcio y vitaminas, además de un sabor distinto y un toque más cremoso. Sin embargo, es importante que la leche sea de calidad y los baristas lo tienen claro: siempre emplear leche fresca, puesto que le aporta una textura y aromas característicos.
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